Carolina Costagrande: visperas de la Copa del Mundo 2011
EL JUSTO LUGAR EN EL MUNDO
Un viento frío de tramontana sopla sobre el litoral Adriático de Pesaro... un mar agitado típico del invierno rellena nuestros ojos y nuestros pulmones, pero para darnos un poco de calor, además de la gentileza de quien nos acoge, está la espera y la llegada de Carol...éste ha sido un año que hemos vivido lejos de ella, sintiendo una gran añoranza por su ausencia los domingos durante los partidos del campeonato italiano, añoranza que no ha sido suficientemente colmada por la competición Europea, cuando hemos tenido la posibilidad de estar cerca de ella hasta el partido final de Belgrado en un momento aún así demasiado complicado para gozar de tanta cercanía. El último recuerdo que tengo de Carolina Costagrande tuvo lugar precisamente el dos de octubre: saliendo del campo de la Pionir Arena, los ojos tiernos, un silencio que sabe a desilusión y rabia, pero también con la tierna sonrisa que Carol siempre tiene para sus amigos. Ese día en Belgrado, solo hubo tiempo para un abrazo fugaz: ahora vuelvo a verla en la TV, durante la Copa Mundial en Japón, y ese momento tan negro parece ser destronado por la determinación de un entero equipo que ha vuelto a ser grande y quizás también por la madurez de los treinta y uno años recién cumplidos por Carol. “Durante este año muchas cosas han ocurrido, pero sin quererlo de propósito el día de mi cumpleaños he hecho precisamente las mismas cosas que hice el año pasado: en teoría mi plan era de pasarlo en Argentina, pero anticipé mi regreso a Italia para preparar los visados para jugar en China donde iré justo después de la Copa del Mundo, y también para prepararme a esta competición tan importante...un viaje increíble para pasar solo cuatro días con mi familia con muchas expectativas hechas humo, aunque volver a ver mi casa y a las personas a las que quiero, es siempre muy bonito. Después de dos días de mi regreso a Pesaro fui a entrenarme a la piscina: las felicitaciones de mi compañera me hicieron recordar que también el año pasado había empezado así el día de mi cumple...con la diferencia de que el año pasado tenía una rodilla que no sabía si me hubiera permitido jugar. Así empecé a pensar en el año recién trascurrido y seguí haciéndolo en el mismo restaurante donde había comido el año pasado...llegué a la conclusión que no tengo que sorprenderme si este año me he agitado o cansado a menudo: mi vida ha cambiado mucho cuando hace un año dejé Pesaro para irme a Rusia. Después de cuatro años en los que había encontrado finalmente mis ritmos, mis lugares, mis rutinas, pasé a mudarme de ciudad cada día, a tomar aviones, a hacer y deshacer mi maleta continuamente, a descansar menos porque todo era más complicado por las distancias y por los muchos compromisos..una vida mucho más laboriosa”.
Pero no piensen ustedes encontrar arrepentimiento en las palabras de Carolina, y nunca lo encontrarán: “nunca he sentido haberme equivocado en mis decisiones. Claro, cuando salí de Moscú y desembarqué del avión en Milan, era feliz: los recuerdos que tengo de mi experiencia en Rusia no son todos positivos y no puedo afirmar haberme encontrado a mi gusto, al contrario: no me integré en el equipo, no me acostumbré al modo de vivir ruso, pero desde cuando he vuelto, en realidad tampoco he tenido mucho tiempo para pensar en estos asuntos... Habría tenido que descansar, pero cuando Massimo Barbolini, el entrenador de la selección italiana femenina de voleibol, me agregó al grupo de la representativa nacional estaba muy contenta ya que tenía necesidad de empezar enseguida una nueva aventura para no recordar lo que había pasado en Rusia”. Pero Carolina es una persona que ama reflexionar y su índole más reflexiva no tarda en asomarse: “Algunas veces para saltar más alto y más lejos hay que dar un paso atrás para tomar el impulso. Creo que ese año en Rusia ha sido precisamente este impulso. Hay siempre algo que aprender, que vivir, también en las dificultades, y siento que ahora tengo una perspectiva nueva hacia las cosas, una conciencia mayor y también una estima mayor de mí misma. Trabajo mucho sobre mi personalidad, sobre mi manera de pensar, así como trabajo mucho sobre mi cuerpo, mi físico, mi juego... siempre quiero mejorarme, en todos los aspectos de mi vida. Y esto me gusta mucho”. Pero, ¿cuál ha sido la razón de este fracaso ruso? En el fondo el encuentro entre una campeona como Carolina y un equipo tan fuerte como el de la Dinamo Moscú y además con el mismo objetivo de ganar la Champion League habría debido ser perfecto: “ellos habían ganado mucho en los dos últimos años y es normal en el mundo del deporte que después de dos años muy positivos pueda haber una caída. A ésto se añadí también una gestión no adecuada de las atletas extranjeras, una situación que obligó a Simona Gioli a dejar el equipo durante el campeonato; yo no aprecié mucho esta situación y creo que arruinó la atmósfera en nuestro equipo. Además, yo estaba acostumbrada a jugar en equipos que ante todo eran un grupo, mientras en la Dinamo era difícil hacer amistad: es notorio que en el extranjero no es posible crear las mismas relaciones que en algunos casos se crean aquí en Italia. Yo no me acostumbré, pero ahora digo: ¡menos mal! Porque observando la situación a distancia de algunos meses pienso que no es ésa la justa manera de vivir. Quizás hubiera tenido que ser más lista y entenderlo antes sin sufrirlo demasiado, pero yo personalmente soy tan exigente conmigo que siempre me cuestiono cada vez sobre lo que estoy fallando, lo que puedo mejorar y lo que puedo dar ”.
Una mujer demasiado latina para un país demasiado ruso, algunos problemas físicos no totalmente resueltos y un grupo poco homogéneo, aquí están todos los ingredientes para una mala receta. Después quitarse la camiseta de la Dinamo Moscú, Carolina se pone otra de color azul, pero de un azul más intenso, más querido, embrazando la nacionalidad italiana, ella que con orgullo siempre lleva en su corazón su querida Argentina: “ya mi vida está dividida en dos mitades iguales: de Argentina recibí mis raíces, mi formación, mis afectos más queridos, los recuerdos de mi infancia y de cosas muy importantes en mi historia personal; de Italia he recibido la posibilidad de evolucionar; en Italia he llegado a ser la persona que soy ahora y me identifico con este país aunque nunca renegaré de mis orígenes. Nunca podré ser una cosa u otra, debo aprender a convivir con estas dos mitades...he tenido que aprender a no reprimir la Carolina argentina estando lejos de mi tierra, e igualmente me doy cuenta de haber llegado a ser italiana cuando me vuelvo a mi casa...al principio ésto me ha creado mucha confusión y no sabía a que país pertenezco ya. Entender, en cambio, que no debía elegir me ha dado la libertad, por ejemplo, de cantar el himno nacional italiano, aunque solo escuchando el argentino – que yo en realidad he cantado pocas veces durante los partidos con la celeste-blanca porque desafortunadamente no hemos ganado mucho y en pasado el himno no se cantaba antes de cada partido del equipo nacional – me he emocionado. Pero el respeto por la camiseta que llevo ahora, por el País que me ha acogido y que me ha abierto las puertas, también me ha hecho tener pasión por el himno italiano, por las palabras que cierran la melodía y que, también cuando no las conocía bien como ahora, durante las finales del campeonato italiano, yo las cantaba de todas formas y éstas me llenaban de energía”.
Y quizás esta doble personalidad sea la razón de la complejidad y riqueza de Carolina, una personalidad llena de optimismo y meditación, de palabras y de silencios, de afectos y soledad: “pasé mi infancia en un lugar lleno de árboles, animales, campos y en contacto con la naturaleza. Era una niña muy extrovertida aunque un poco tímida, jugaba por toda la tarde hasta cuando no estaba hecha polvo y regularmente al final del día estaba completamente sucia de tierra... un poco como un marimacho. ¡Eso! Quizás Argentina me ha dejado como herencia la parte más salvaje y masculina. En cambio, Italia me ha dado mi madurez y con ésta la capacidad de retenerme, de mesurarme, de aprender a comedirme con mis primeros conflictos, con los primeros dolores de la vida, como el mismo hecho de crecer, de hacerse mujer, un proceso a veces doloroso”.
El número de Carol en la nacional italiana es el número 8, aunque sus aficionados siempre podrán pensar que en campo en realidad hay dos números 12: “el número 12 en el equipo nacional italiano tiene su historia, no es un numero cualquiera que de vez en cuando está libre. La jugadora que lo lleva es una presencia muy importante y es una persona a la que yo admiro mucho dentro y afuera del mundo del voleibol. Lo puedo afirmar ahora que he tenido la posibilidad de conocerla también como compañera de equipo, no solo como adversaria; no creo que haya un atleta aún en activo que tenga la misma forma de juego de Francesca Piccinini, que haya jugado el mismo número de partidos que ella, que tenga su mismo número de victorias, en resumidas cuentas, si yo llevara el número 12 en este contexto, podría no sentirlo como mi numero, porque en el equipo nacional el número 12 es solo de Francesca”. Entonces, un 8, que una vez Carolina describió como “un número lleno, gordito como yo” que a pesar del ello, no le trajo mucha suerte durante el torneo europeo en Serbia... “En algunos casos, todo sale fácil, en otros todo es muy difícil. Jugamos un torneo sin encontrar constancia y en los dos partidos finales, los más importantes, para nosotros fue noche cerrada y...no tengo una explicación valida por nuestro fracaso, aunque no debemos olvidar el hecho de que jugamos con una formación inédita, distinta de las que experimentamos durante el verano. Personalmente yo estaba jugando en un papel que para mí era nuevo y difícil, no solo tácticamente sino incluso atléticamente: jugar como opuesto significa cambiar toda tu manera de jugar y atacar: solo el bloqueo se hace casi de la misma manera que el de zona 4...en cambio, la recepción cerca de la linea de ataque para luego atacar y los ataques de zona 2 con movimientos totalmente nuevos para mí, incluso me dieron algunos problemas musculares: son cosas que me limitaron aunque nuestra colocadora, Eleonora Lo Bianco fue muy paciente conmigo y también hubieron momentos en los que me divertí como en el partido contra el Azerbaijan. Y luego, es normal, cuando se entra en un grupo que no se conoce bien como en mi caso, ya que el año pasado no pude jugar por mis condiciones físicas, siempre se debe entrar de puntillas...yo en cambio estaba acostumbrada a ser una persona que arrastra a las otras, y también a ser aguantada, en parte, por mis compañeras como ocurría en el equipo de la Scavolini Pesaro: allí mis compañeras dejaban que yo tomara este papel fuerte y a veces un poco oprimente. En el equipo nacional acabo de llegar, debo insertarme dentro de los equilibrios que ya existen desde hace mucho tiempo y no quiero desbancar a nadie, aunque, claro, haré todo lo necesario para dar el máximo también por lo que se refiere a la combatividad. ¡Claro, volver a jugar en mi zona me dará una mayor serenidad, y espero que no haya otras situaciones de emergencia!” También la decisión de jugar el próximo campeonato en China, en el joven equipo de la leyenda china Lang Ping, es una prueba de la importancia que Carolina da al equipo nacional y a sus objetivos: “el campeonato chino solo durará cuatro meses y no tendré que jugar otras competiciones mientras tanto...Lang Ping es una ex-jugadora y una entrenadora muy seria y es cierto que su preparación será a los máximos niveles...además el proyecto de este equipo es muy bueno: para mí es la situación ideal para mantener mi nivel de juego y dejar el espacio correcto a la nacional en nuestro camino hacia las Olimpiadas de Londres”.
Gracias a las victorias de estos días, las esperanzas para tomar parte en las Olimpiadas han subido notablemente, pero cuando entrevistamos a Carolina a las vísperas de la salida para Japón, el camino podía parecer más arduo... si la nacional italiana no gana la Copa Mundial, habrá un torneo de calificación en Turquía, si no fuese la Turquía, otra vez en Japón..en cualquier caso, el equipo italiano necesita a la mejor Costagrande. “En China pienso que será muy diferente de Moscú: tengo ganas de conocer otra cultura, de vivir lo que esta experiencia sabrá ofrecerme y sé que, a pesar de que el trabajo siempre será duro, tendré la posibilidad de hacerlo. Será importante vivir esta aventura con gran serenidad, pero sobretodo será fundamental para mí vivirla en todo”. Porque después haber cumplido este viaje interior a la búsqueda de si misma, protegida en parte por el frío del invierno ruso, ha llegado el tiempo para Carolina de volver al sol y al calor de los quilómetros recorridos, de los lugares visitados, de las palabras aprendidas en un idioma extranjero, de las comidas exóticas y bastoncillos... “Después de la ida de Simona, admito que me sentí muy sola: los pocos momentos libres que teníamos lo pasábamos juntas, para cena o simplemente para un café...sin ella, no pude hacer nada más que agarrarme a mi misma, pero de un lado esto fue positivo porque me permitió seguir un camino interior que había empezado cuando jugaba en Pesaro y que para seguir y triunfar necesitaba precisamente de la soledad, mejor, de un contacto con mi misma. He vuelto a leer muchísimo y gracias a algunos libros he interiorizado la conciencia y el valor del cambio: tenemos que aceptar el hecho que no podemos quedar siempre los mismos, hay muchos cambios, muchas etapas en la vida que nos llevan a cambiar y nosotros no podemos hacer resistencia... remar en contra sería una fatiga doble, y entonces es mejor acompañar este movimiento natural e inevitable intentando orientarlo hacia lo que queremos ser, sin obstinarnos en nunca cambiar o en cambiar las situaciones malas a las que es más conveniente adaptarse. A veces ocurre que empiezo muchos libros pero nunca logro terminarlos y se acumulan sobre mi mesilla...pero de cada uno intento sacar algo importante. A mí también, en el futuro, me gustaría escribir uno, quizás al final de mi carrera, para contar toda la maravillosa vida que he vivido gracias al voleibol, con todas sus luces y sombras, que quizás ahora no se pueden ver bien y que pero podrían causar juicios pocos equilibrados si los desempolvara ahora. ¡Os aseguro que las experiencias y las emociones son tantas que hará falta mucho tiempo para contarlas todas! Al final, en este camino interior también he tocado mi parte más profunda, volviendo a encontrar mi fe: era algo que tenía dentro y que pedía asomarse ya en la última temporada en Pesaro..un sentido de confianza en algo más grande que te permite vivir con más tranquilidad y con más libertad tu papel en el mundo, aceptando los momentos de la vida, sin intentar añadir cosas que por el momento no pueden ser vividas...”
Una de estas cosas es el amor “¡el amor que tengo adentro, y que sé que recibo, pero que quizás solo al final de esta mi vida frenética de jugadora podré vivir totalmente!” Y hablando del papel de Carolina en el mundo, de su lugar en el mundo...quizás si la veremos otra vez jugar en Italia, antes de leer su vida en las páginas de su libro... “Nunca digas 'de esta agua no beberé” aunque todavía no tengo el deseo de volver...ya lo he repetido muchas veces, pero aún es verdad: en Italia, y en Pesaro en particular, he dejado mi corazón y aún tengo mi casa; jugar contra la Scavolini Pesaro ha sido una de las experiencias más duras a nivel emocional, a pesar del cariño que mis amigos y aficionados me mostraron aquel día..mientras nunca podré olvidarme, a pesar de la negatividad del Campeonato Europeo , la emoción de jugar en el campo de Monza, con todo el público que cantaba el himno nacional al unísono y yo con la camiseta del equipo nacional italiano” . Italia nunca dejará de regalar a Carolina grandes emociones, como ella no deja de regalárnoslas, desde cualquier campo, desde cualquier país, y aún más ahora que es más protagonista de su viaje.
L'articolo e la foto di Luigi di Fiore sono pubblicati sul numero di novembre di Pallavoliamo. L'articolo originale in italiano è stato scritto da Martina Ricca
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